En este mensaje, el Ps. David nos confronta con una verdad sencilla pero necesaria: muchas veces construimos nuestra esperanza en lo que es temporal. Creemos que el año nuevo traerá un “reset” automático a todo lo difícil. A través del libro de Lamentaciones, descubrimos que el sufrimiento no es un enemigo, sino parte de la experiencia humana y, muchas veces, el lugar donde Dios susurra más fuerte. El parteaguas llega cuando entendemos que nuestra esperanza no debe descansar en un mundo caído, sino en la misericordia de Dios: nuevas cada mañana, firmes aun en la noche más oscura.